“Oposita que algo queda”, de José María Chico y Ortiz, es uno de los pocos libros que analiza el sistema de oposiciones con una perspectiva humorística, pero en el que queda reflejada la vida del opositor con sus sufrimientos, esfuerzos, alegrías y recompensas.
Mi experiencia como opositor a Abogado del Estado, como preparador de Abogados del Estado y de Jueces, y como miembro de varios Tribunales de oposiciones, es que, estudiar una oposición, y estudiarla bien, siempre es, a medio o largo plazo, garantía de éxito. Del “Oposita que algo queda” yo pasaría al “Oposita que merece la pena”.
Las oposiciones son carreras de fondo que forjan a los opositores no solo permitiéndoles adquirir conocimientos teóricos y prácticos que no aprendieron en la Universidad, sino también imprimiendo carácter y dotando de valores como el espíritu de sacrificio, el tesón, el afán de superación, etc. Estos conocimientos y valores son muy apreciados en el sector privado (y en el público) para todos aquellos opositores con talento que, por una razón u otra, no consiguieron superar los exámenes y quieren incorporarse a un despacho, una consultora, una empresa o a cualquier otra institución.
Ahora bien, estudiar una oposición no lo da todo. No todo está en los temarios. Existen competencias y habilidades profesionales que resultan esenciales para incorporarse con éxito al mercado laboral y que no se aprenden opositando.
El Club de Opositores con Talento de FIDE es una magnífica oportunidad de formarse y establecer una red de contactos para quienes son o hayan sido opositores y quieran comenzar el ejercicio profesional o adquirir habilidades, conocimientos o experiencias prácticas que les ayuden en su promoción laboral.

Diego Pérez Martínez
AIREF